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Una vez dije...
"Y una vez más la ignorancia y la censura se imponen como una cárcel material para lo indefinible y en nombre de lo correcto decido renunciar a mis instintos..."
Y una vez alguien respondió...
"Creo que no soy tan malo...y si lo soy, sólo quiero que alguien lo respete y lo ame como parte de mí..."
Y se perdieron tantas cosas por el camino...
Como en aquella canción de Fangoria...
"éramos tan valientes..."quien lo sepa que la cante...
"Quiero ser inocente..."vivir en un mundo perfecto e hipócrita donde los sueños son canicas de cristal que se pueden coleccionar;
donde la memoria histórica nos ha legado que la autenticidad del individuo es verdadera; donde no se pretenda ser juzgado...
No hay prismas adulterados ni moralinas del todo a 100...
Donde se acepta que para poder ser uno mismo hay que tener el valor de aceptar a los demás...y el precio a pagar para conseguirlo no sea tan alto...
Pero los edenes que soñamos se diluyen en ríos de lava y dolor hacia los avernos que hoy moramos.
Nos convertimos en jueces de cera, figuritas del belén de las pasiones, artificiales como una naturaleza muerta...bodegón con nueces...
Decidimos ser cainitas de lo existencial, deleitarnos con la irreverente adicción que provoca el fracaso, abandonarnos en orgías de desasosiego, bacanales decadentes de sentimientos encontrados...
y cuando sentimos la punzada de la realidad en nuestro hígado...
(porque seamos francos, la realidad no duele en el corazón, no duele en la sesera, ni en el pecho oprimido por tantos "quise y no pude"...la realidad va directa al hígado como el vodka y las uppers...directo a la sangre...);
cuando la sentimos soltamos nuestras canicas, que nos pesan demasiado los bolsillos para poder correr...
dejamos el suelo perdido de bolitas, cada una es un trocito de nosotros, una pequeña muerte que nos sobreviene con preaviso y acuse de recibo...
pero corremos y corremos sin echar la vista atrás, despojándonos del lastre emocional que nos hizo ver un día que pudimos ser libres...
Los cristalitos de libertad quedan entonces esparcidos por la moqueta por la que caminan descalzas las pasiones de otros...y nos pinchamos los pies con sus sueños, y nos dejan cicatrices imperturbables por el paso del tiempo...
y sangramos lágrimas azabache por las miserias ajenas, que son las nuestras...
y decidimos seguir el rastro solo de aquellas que más duelen hasta darnos de bruces con la reja que separa nuestras jaulas en este desvencijado circo de personajes grotescos y amores bizarros......
y nos tocamos el alma con la punta de los dedos...
pero nunca llegaremos más allá porque el frío cristal de nuestra propia mediocridad se alza soberbio y eterno enjaulando para siempre nuestra esencia...
